Por Johanna Celedón
El departamento de
La Guajira tiene 137 mil iletrados, según el Ministerio de Educación. Es la
tasa de analfabetismo más alta del país.
El 60% de la población Wayúu es analfabeta / Foto: Proyecto Industrial San Marina Guajira.
La península de La Guajira, es uno de los departamentos
más ricos en recursos naturales de Colombia, sin embargo, las estadísticas
indican que su población parece no beneficiarse totalmente con la riqueza del
departamento, puesto que los índices de desarrollo social son unos de los más
bajos del país. El más preocupante es el analfabetismo que representa en el
departamento un 36.2% de la población, lo que equivale a 306.472 habitantes
aproximadamente.
Según cifras del DANE, en el 2010 el departamento contaba
con 846.609 habitantes aproximadamente, donde un 42.4% de la población estaba
conformada por la comunidad indígena Wayúu. Penosamente el 60% de los Wayúu son
analfabetas. Aunque el problema de analfabetismo en esta cultura puede ser discutible
por dejar de lado el conocimiento
tradicional indígena reconocido en la Ley 21 de 1991, es preocupante que esta
cifra sea tan elevada en los descendientes nativos de esta región. El profesor
Carlos Gámez de la institución educativa Ana Joaquina Rodríguez del
corregimiento de Cañaverales, ubicado en el sur del departamento, atribuye esta
cifra al mal uso de los recursos por parte de la secretaría de educación. “Los
centros nocturnos de educación adulta existentes en la región son pocos, puesto
que no se cuenta con los recursos económicos para adquirir un espacio o para
pagarle a los educadores que trabajan allí”, afirmó el docente.
En los municipios se han hecho varios intentos para bajar
la cifra de analfabetismo pero en la mayoría de las veces estos han fracasado.
Durante la administración del 2004 al 2007 se desarrolló un proyecto con la
Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), que tuvo como objetivo
enseñar a leer y a escribir a los indígenas de algunos municipios. En el
periodo de gobierno anterior (2008-2011), se contrató a una fundación para
erradicar el problema, pero los resultados aún se siguen esperando. Para
Claudia Sarmiento, una beneficiaria del programa de educación nocturna del
municipio de San Juan del Cesar, el servicio que brindaban estos centros hace
algunos años era muy bueno. “Cuando yo estudiaba, el centro nos ofrecía muchas
oportunidades, de hecho, no solo aprendíamos lo académico, sino que nos
enseñaban actividades distintas como tejido y decoraciones para el hogar. Pero
ahora todo es más desorganizado y ya no es lo mismo”, afirma Claudia.
La Secretaría de Educación Departamental creó y
desarrolló proyectos para ayudar a personas mayores de 15 años que no sabían
leer ni escribir. Según una fuente oficial, esta institución se gastó un número
considerable de regalías para dar inicio a estos proyectos en la última década,
sin embargo, durante los últimos nueve años toda la inversión hecha por el
departamento para erradicar el analfabetismo se perdió. Para Jazmín Bolaño, una
docente del municipio de Fonseca, el hecho de que los proyectos fracasaran no
es culpa solamente del departamento, sino también de la desinformación sobre la
apertura de estos cursos y el desinterés de las personas por este tipo de
iniciativas. “A pesar de que las matriculas se abren de forma gratuita desde
final de año, las clases casi siempre empiezan en febrero por no tener alumnos
suficientes”, afirma la docente.
Las cifras del resultado de los programas de
alfabetización demuestran que estos han llegado a tan solo seis mil personas. Estas
iniciativas, según Ana Cecilia Fuentes, Coordinadora de Educación para Adultos
de San Juan del Cesar, fracasaron debido a que los proyectos fueron implantados
en municipios como Barrancas, Hatonuevo, Fonseca y Albania, cuando los lugares
donde se requerían eran en: Dibulla, Manaure, Riohacha y Uribia, que es donde
se concentra la mayor parte de personas analfabetas del departamento.
Además de no focalizar las acciones que se iban a desarrollar, el impulso de estos programas
de alfabetización no sirvió para adoptar un modelo de enseñanza propio, ni para
mejorar la eficiencia y calidad de la educación en los municipios que se
beneficiaban con estos. Andra Granadillo, una joven iletrada de 15 años y descendiente
Wayúu afirmó que por vivir toda su vida en una finca y aislada de todo tipo de
civilización, no pudo recibir una educación adecuada y a duras penas sabe
escribir algunas palabras. “Salí del campo hace menos de un año y llegué a
trabajar a una casa de familia. Siempre he querido aprender a escribir y leer,
pero el centro de educación nocturna que hay en el pueblo no está en
funcionamiento en estos momentos. Para personas como yo sería muy bueno que
existieran lugares de aprendizaje, pero por ahora me toca aprender por mi
cuenta”, dice la joven.
Para Ana Cecilia Fuentes no todo lo que se ha trabajado
para acabar con el analfabetismo está perdido, puesto que el centro nocturno, que
ella dirige, ha funcionado durante años y ofrece
una orientación cognitiva para los adultos y talleres de lencería,
adornos con flores y navideños, entre otros que son trabajados con el fin de
ayudar a los adultos para tener un ingreso económico. La docente, afirma que
aunque han sido muchos los bachilleres que se han graduado, que últimamente
este proyecto no funciona como lo venía haciendo. Sin embargo, para Fuentes la
solución no es inalcanzable. “En la nocturna hay que desarrollar programas más
flexibles y realizables, capacitar a docentes específicamente para educar a
adultos y contar con un mayor aporte
económico departamental y nacional. Esto es difícil, pero no imposible”, agrega
Fuentes.
En Colombia, desde el 2010 se han trabajado programas de
alfabetización, donde alrededor de 214.000 adultos se integran para obtener un
título de bachiller. Para el 2011, según la ministra de educación María Fernanda Campo, en el país los analfabetas
representaban el 6,6% de la población, lo que equivale a 1’672.000 colombianos
mayores de 15 años. A pesar de los intentos por erradicar este problema que
paraliza el desarrollo humano, según un informe de la UNESCO de finales de 2002
sobre las metas establecidas en el foro mundial sobre educación, Colombia está
entre uno de los países con riesgo de no reducir a la mitad el número de
analfabetas hasta el 2015.
Esto deja en evidencia que el problema del
analfabetismo es preocupante no solo en La Guajira sino en todo el territorio
nacional y sus consecuencias se reflejan fundamentalmente a nivel social,
porque este problema se convierte en un factor de exclusión y marginación, que
da paso a la desigualdad social, el estancamiento del crecimiento económico y
el poco fortalecimiento de las capacidades competitivas de la población.
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