En Bogotá, la capital de un país que respira fútbol, se hacen cada vez más comunes y fuertes grupos de seguidores de equipos europeos, a pesar de la distancia.
Por: Fernando Mejía
Por: Fernando Mejía
«Rara vez el hincha dice: “Hoy juega mi club”. Más bien dice: “Hoy jugamos nosotros”. Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música».
Eduardo Galeano, Fútbol a sol y sombra.
La placa que hay en el Emirates Stadium que recuerda a los seguidores del Arsenal en Bogotá. |
Milán, Italia, 15 de febrero de 2012, 2:45 p.m., hora colombiana, el Stadio di San Siro con 80.000 espectadores que alientan a los dos equipos: el Arsenal Inglés contra el local A.C. Milan, que se enfrentan por Uefa Champions League (el torneo de clubes más importante de Europa) La curva sud (el nombre de los seguidores italianos del Milan, que se sitúan en la curva sur del estadio San Siro) canta los coros que alientan al equipo conocido como Rossonero (por los colores que lleva en la camiseta, el rojo y el negro) y despliegan una gran pancarta que dice «Una citta’, due colori, 7 coppe dei campioni (Una ciudad, dos colores, 7 copas de campeón)».
Al otro lado del planeta ondea una pancarta mucho más pequeña que reza «Forza Milan, tu sei tutta la mia vita (fuerza Milan, tú eres toda mi vida)». Un grupo de 30 personas, de las que escasamente tres saben hablar italiano, cantan «Forza Milan, la sud é con te, ale ale, ale ale, forza Milan, ale ale (Fuerza Milan, la Sur está contigo, alé alé, alé alé, fuerza Milan, alé alé)». Porque estos 30 bogotanos que hacen parte del grupo Forza Milan han hecho su pequeña Curva Sud que alienta a la distancia, por medio de un televisor, al A.C. Milan italiano en un San Siro improvisado en el bar Bogotá Beer Company, ubicado cerca al Parque de la calle 93, al norte de la capital colombiana.
15 minutos del primer tiempo, el jugador ghanés Kevin Prince Boateng de un derechazo pone el 1 a 0 a favor de los italianos. San Siro estalla en un grito unísono que se une al del Bogotá Beer Company; un grito de boca abierta que estremece todo el bar, el inconfundible grito de gol que sale del corazón. Y así se repitió tres veces más en todo el encuentro, aunque las jugadas y los autores fueron distintos (dos goles más del brasileño, Robinho, uno más del delantero sueco, Zlatan Ibrahimović) el partido acabó 4-0 a favor de los italianos.
El grupo Forza Milan está en crecimiento constante. Los miembros habituales ya se conocen, incluso algunos de ellos hicieron un equipo de fútbol que defiende los colores del club italiano. Tanto es así que, una hora antes de encontrarse en el Bogotá Beer Company, hubo un partido entre el equipo de los hinchas del Milan (Squadra A.C. Milan-Bogotá) y los hinchas del Arsenal.
Hinchas del grupo Forza Milan reunidos en el Bogotá Beer Company. |
El equipo de fútbol en el que juegan los seguidores del Milan es liderado por Daniel Santana, quien busca que el grupo de hinchas en Bogotá sea legalmente reconocido como tiffosi (así se le llaman a los seguidores de un equipo en Italia) oficiales por las directivas del club. Sólo hay un grupo de seguidores en Latinoamérica que son reconocidos como seguidores oficiales por el A.C. Milan, su nombre es Los Torcedores do Milan no Brasil. Uno de sus miembros dijo que el procedimiento fue largo. «Duramos 4 ó 5 años en el proceso, porque si uno no entregaba todos los requisitos en orden y de la forma en que los pedían, no le prestaban atención», explicó el tiffoso brasileño.
Los hinchas del Arsenal en Bogotá están en proceso de «arsenalización» (así se denomina a la oficialización de una hinchada por parte de las directivas del equipo inglés), ya han avanzado, por eso ya hay una placa que recuerda a la hinchada bogotana en el Emirates Stadium (el estadio del Arsenal). «En la página Web del Arsenal sacaron una publicidad para el proyecto de “arsenalización” y entonces se hizo una plazoleta afuera del estadio con placas. En la página usted ordenaba la placa y elegía los colores, luego había precios y tamaños; la nuestra (la placa) costó 95 libras, algo así como 300 mil pesos», explicó Camilo Tamayo, uno de los miembros del grupo de hinchas del Arsenal.
Los hinchas del Arsenal en Bogotá están en proceso de «arsenalización» (así se denomina a la oficialización de una hinchada por parte de las directivas del equipo inglés), ya han avanzado, por eso ya hay una placa que recuerda a la hinchada bogotana en el Emirates Stadium (el estadio del Arsenal). «En la página Web del Arsenal sacaron una publicidad para el proyecto de “arsenalización” y entonces se hizo una plazoleta afuera del estadio con placas. En la página usted ordenaba la placa y elegía los colores, luego había precios y tamaños; la nuestra (la placa) costó 95 libras, algo así como 300 mil pesos», explicó Camilo Tamayo, uno de los miembros del grupo de hinchas del Arsenal.
Pero más allá de la formalización. hay razones por las que personas que están tan lejos de Europa se apasionan por estos equipos. «A mí no me gustaba el fútbol, pero en el mundial de Alemania 2006 me gustaba hacerle barra a Brasil, vi a un sujeto que se llama Kaká y desde entonces empecé a buscar todo de él, vi que jugaba en un equipo que se llamaba A.C. Milan, empecé a ver los juegos del Milan para ver a Kaká, pero entonces el fútbol me empezó a gustar y dejé de ver al equipo sólo por Kaká y me enamoré del Milan», cuenta Andrea Acevedo, una de las administradoras del grupo de hinchas, Forza Milan.
Foto de recuerdo del final del partido entre los hinchas del A.C. Milan y el Arsenal. (Squadra A.C. Milan-Bogotá Vs. Arsenal Fans Colombia) |
Pero hay historias de otra índole, como la del caleño Jerson Bermeo, miembro de Forza Milan e hincha del Real Madrid. «Mi papá tiene la culpa, sucede que él antes viajaba mucho, una vez hizo un tour por Europa y me llevó, me enseñó en Madrid el Bernabeu (estadio del Real Madrid), le pregunté quién jugaba ahí y me dijo que el mejor equipo del mundo: el Real Madrid. Yo tenía como 8 ó 10 años. Recuerdo que entrando por las escaleras se siente un ambiente muy impresionante, al salir ese monstruo es inmenso, el rugido es aturdidor, ver salir a César, Fernando Hierro, Roberto Carlos, Morientes, Raúl... eso es impresionante. Ese día el Madrid ganó 2-0, ese día el blanco me enamoró».
Sin embargo los expertos tienen su propia visión del tema. Vito De Palma, periodista deportivo de ESPN, italiano residente en Argentina, dice que las razones por las que en Latinoamérica se da el fenómeno de apasionarse por equipos europeos son: «el nivel mediocre de los torneos locales, la cantidad de figuras latinoamericanas que juegan ahí, el mejor espectáculo, todo suma. La mayor exposición mediática ayudó, claro, pero ojo porque también aumentó la oferta local. Más bien es una cuestión de calidad, la gente busca el mejor espectáculo».
Germán Gómez Eslava, sociólogo de la Universidad Nacional con mágister en Comunicación de la Universidad Javeriana, explica que «la trasmisión de prácticas culturales a través de los mass media es el factor determinante para la difusión de estos grupos no permanentes de aficionados. Se asume una teatralización de dichas prácticas en contextos ajenos a los propios. En el sur del continente el fenómeno ha sido definido como la Foxbolización del fútbol, haciendo referencia a la influencia de la multinacional Fox Sports».
«Hoy en día ser fanático, seguidor o hincha de equipos de otras latitudes es más fácil gracias a las nuevas tecnologías, a la velocidad con la que se comparte la información y a la opción de ver en vivo y en tiempo real los partidos de estos equipos», explica Edwin López, sicólogo deportivo y director de capacitación de Rendimiento Óptimo.
Este es un mundo que gira al rededor de una pelota y que no puede vivir sin aficionados. Los medios de comunicación han ayudado a llevar la pasión de un continente a otro, hasta el punto de que las personas se han enamorado perdidamente de un equipo que posiblemente no verán en vivo en toda su vida. Pero la pasión está ahí, latente, aprendiendo cantos y haciendo banderas, aprendiendo idiomas extranjeros, encontrando personas con el mismo amor por los mismos colores, reuniéndose en bares, haciéndolos sus pequeños estadios donde gritan, lloran, sufren y se alegran. Porque eso es el fútbol, una pasión que trasciende fronteras.
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