Antes de ser el ganador del Campeonato
Nacional de Profesionales ‘Copa Arturo Calle 2012’, Sergio Díaz fue recogebolas
y caddie en diferentes clubes. Después de cinco años de jugar como profesional,
por fin obtuvo su primera victoria.
Por Sergio Silva
Numa
El próximo torneo que espera ganar 'Pecas' será en el club que él representa: Pueblo Viejo. |
Era el golpe
definitivo. Sergio Alejandro Díaz, de tez blanca y ojos verdes, estaba a punto
de ganar por primera vez el campeonato nacional de golf luego de trabajar
durante ocho años como recogebolas y caddie en diferentes clubes sociales. La
pelota quedó a un metro del último hoyo y para él el diámetro del agujero
perdía milímetros mientras pasaba el tiempo. Tardó cuarenta largos segundos para
golpear la bola en medio del silencio que se produjo en el club campestre Los
Andes en Cali. Al hacerlo y ver que la pequeña esfera había caído en el hoyo,
quedó perplejo y levantó sus brazos victorioso. Era el nuevo campeón.
Sergio había
tenido su primer encuentro con el deporte trece años antes en Madrid,
Cundinamarca. El club La Florida fue el lugar en el que ‘Pecas’, como lo llaman
ahora, tocó una pelota de golf. Entró a trabajar como recogebolas en un campo
de práctica en el que entrenaban los hijos de los socios, sin imaginar jamás
que, pocos meses después, representaría al club en torneos infantiles. Diego
Mejía, un socio al que le cargaba los palos de golf y con el que solía jugar de
vez en cuando, fue quien le dio el impulso inicial. “Gracias a él es que ahora
estoy donde estoy. Me gustaría volverlo a ver”, dice ‘Pecas’, mientras lo
recuerda con nostalgia, refugiándose en su carro del torrencial aguacero que
cae sobre Cota, su actual lugar de residencia.
Hasta los 15
años el gerente de aquella época le regaló palos, zapatos y ropa para que
pudiera jugar. Sin embargo, el patrocinio se tuvo que suspender por la edad, y
no hubo más remedio que aventurarse a buscar empleo en otro club. Terminó como caddie
en Pueblo Viejo, ubicado entre Bogotá y Cota. Ocho meses después, justo en el
momento en que lo despidieron por jugar cuando no le era permitido, Pecas
prometió volver algún día como profesional y no cargando palos. Antes de irse
conoció a Yanet Martínez, su actual esposa, con la que a los 17 años tuvo
su primera hija.
Después de casi
un lustro, en el que volvió a ser caddie y luego profesor, ante la necesidad de
sostener a su nueva familia, pudo ingresar al club gracias a Adriana Correa, la
que hoy considera su madrina. Esta vez, como se lo había propuesto cuando lo
echaron, regresó contratado como jugador.
Gracias a ello
pudo obtener la tarjeta de golfista profesional hace cinco años, lo que hace
una semana le permitió ser el ganador del Campeonato Nacional de Profesionales
‘Copa Arturo Calle 2012’. Su contendor, José Manuel Garrido, ya había ganado en
otras oportunidades y era considerado como uno de los mejores del país. Ese
domingo, ante la ineludible presión que empezaba a perforarle el cuerpo, Pecas
solo repetía en su mente la frase que en la mañana la psicóloga del club le
había recomendado: “Estoy aquí y ahora, aquí y ahora”. Tomó el palo entonces
con determinación, y al ver que la pelota terminó en el fondo del hoyo, Sergio
levantó sus manos y abrazó a su caddie. Era el primer torneo que ganaba en su
carrera.
“Quedé en shock
durante dos días. Me había visualizado tirándome al lago, celebrando, pero no
pude. Yo estaba totalmente nublado”, dice entre las innumerables sonrisas que
esboza al hablar, al tiempo que recuerda que días antes se le había cruzado la
idea de retirarse. Su afán por obtener un título y la necesidad de “dejar de
ser uno del montón”, lo acosaba permanentemente.
Embriagado de felicidad
y con 35 millones de pesos por haber ganado volvió a Bogotá. Cuando descendió
del avión su familia salió sorpresivamente de una esquina con pancartas y
coreando su apodo. Él, que solo esperaba a su esposa y a sus dos hijas, con las
que vive en un apartamento en Cota, se fue a celebrar con sus hermanos y su
mamá en el único lugar que estaba abierto a las 11p.m.: una pollería.
El ídolo de
‘Pecas’ es McEnroy, un golfista estadounidense. Tal es su admiración que en su
baño tiene una foto de él levantando un trofeo.
Pero a los pocos días de haber llegado, puso encima de la imagen una
fotografía de su rostro. Ahora era él quien por fin sostenía la copa.
Aunque era su
primera conquista como profesional, el trofeo duró tan solo una semana en su poder.
El domingo pasado se lo regaló a Juan Camilo Serrano, el presidente del club
Pueblo Viejo “como muestra de agradecimiento por haberle cambiado la vida”.
Y es que según
Pecas en el club le han dado todo. Desde patrocinio y la oportunidad de
entrenar, hasta el trabajo del que actualmente vive él y dos de sus tres
hermanos. Ellos recogen las bolas que los socios botan a los lagos, para luego
vendérselas a mil o dos mil pesos. En promedio, sacan mil o mil quinientas
pelotas de golf semanales. Además, Yanet, su esposa, también trabaja allí como jefe
de deportes, luego de haber sido caddie y recepcionista.
A Sergio Díaz, como
casi nadie lo llama, tan solo le queda cumplir una meta este año después de
haber logrado dos de las tres que se había propuesto: la primera era comprar un
carro, porque transportar a Valentina, su segunda hija, de tan solo un año y
con algunos problemas respiratorios, se había vuelto un verdadero problema. Al
nacer tuvo que estar con oxígeno 24 horas durante ocho meses. “Decidí sacar un
préstamo para poder llevarla al médico. A veces tocaba en Transmilenio porque
no había para el taxi y era muy difícil”, dice mientras sintoniza un reggaetón,
su música favorita, en su nuevo Chevrolet Corsa, que acaba de sacar del
lavadero.
La segunda meta
era ganar un torneo nacional. Y ahora solo le resta salir de Colombia y jugar
en otro país. “Yo lo que quiero es probarme con más gente ahora que sé a qué
sabe la victoria”.
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